martes, 22 de octubre de 2013

Práctica BLIJ (II). Sobre el aprovechamiento didáctico del cancionero infantil.

Autor: Cerrillo Torremocha, Pedro César.

Edición digital: Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2007.

Pedro C. Cerrillo es escritor e investigador en el campo de la literatura infantil y la educación literaria (LIEL). Además, es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid y Catedrático de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la UCLM. Tiene también estudios de Periodismo. Colabora como crítico literario en El Día y actualmente dirige el Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil (CEPLI).

En esta crítica Pedro C. Cerrillo expone los aspectos positivos que los niños pueden desarrollar a través del cancionero infantil. Estas ventajas se centran en el plano cultural y en el social. Desde el primero, los alumnos conocen aspectos de la vida cotidiana en el pasado y pueden verse reflejados con la identidad de su zona. En referencia al segundo plano, los alumnos pueden construir una identidad que les permita integrarse dentro de la sociedad. Además, si los niños se sienten portadores de esta tradición, esto les hace sentirse mucho más motivados.

Respecto a la eficacia del lenguaje no esperable, se observa la aplicación de la lírica popular aún en la actualidad, sobre todo en los juegos, aunque en muchas ocasiones esta lírica esté dotada de sinsentidos. En estos cancioneros infantiles destacan los elementos estructurales y formales, pero no el contenido, y a través de su práctica, se pueden aprender aspectos lingüísticos, literarios, psicológicos, culturales y lúdicos, sin ser necesarias las clases teóricas. Además, la lengua oral al estar dotada de aspectos paralingüísticos (entonación, gestos, etc.) permite a los alumnos dar rienda suelta a su imaginación y disfrutar con más intensidad.

Fuente
En cuanto al Cancionero Popular Infantil en los libros escolares, el autor critica algunos libros de los años cincuenta que utilizan el cancionero con fines instructivos, en lugar de fomentar la lectura por placer, dos ejemplos son: Geografía rimada de España de Ricardo Muñoz Uestibidea (Madrid, 1950) y Letras. Primer libro de lectura corriente, de Adolfo Maíllo (Salvatella, 1939). En este apartado  nombra alguna excepción de libros que utilizan el cancionero sin los fines anteriores, dos ejemplos de ello son: Lo que cantan los niños, de Fernando Llorca (Valencia: Prometeo, 1914) y Cancionero escolar español. Colección de cantos tradicionales. Grado 1, Selección de Juan Tomás y José Romeu. (Madrid/Barcelona: CSIC, Instituto Español de Musicología e Instituto San José de Calasanz de Pedagogía, 1954). El crítico trata de hacer una llamada de atención para no tener en cuenta solo el lenguaje escrito en el proceso de aprendizaje, sino fomentar también la palabra oral.

En referencia al paso de la oralidad a la escritura, Cerrillo habla del descubrimiento de la tradicionalidad, es decir, descubrir que los cancioneros (escritos) aprendidos por los alumnos, son en realidad de tradición oral. En la actualidad, la mayor parte de la lírica popular es aprendida por escritos, no es transmitida de generación en generación de forma oral. Ante ello, el autor aconseja reflexionar sobre nuevas propuestas didácticas y tratar de volver a darle a los cancioneros infantiles el carácter oral que tenían en su origen, con ayuda de los padres, quienes sí vivieron en su época esta transmisión de forma oral.

El autor argumenta de forma razonada su propuesta, ya que explicita todas las habilidades que pueden desarrollar los alumnos mediante el Cancionero Infantil, como cita:

“Desarrollo creativo de las destrezas expresivas de los niños, a superar sus dificultades ortológicas, a fomentar sus habilidades poéticas y a crear sólidos hábitos lectores.” Pedro C. Cerrillo (2007).

Por estas razones el trabajo del Cancionero dentro y fuera del aula puede potenciar muchas de las habilidades lingüísticas de los alumnos, sobre todo relacionadas con la expresión oral y la comprensión oral y por ello debería utilizarse como una actividad enriquecedora.

Por otro lado, la satisfacción que produce la lírica popular en los niños puede motivarlos para aprender contenidos, aunque éste no sea su objetivo final. El uso de la lírica también favorece la memorización de forma lúdica, así como la socialización entre compañeros entre los que se puede compartir diferentes canciones, adivinanzas, etc. Todo ello, convierte este tipo de literatura en una actividad muy interesante para el aprendizaje, especialmente en el primer ciclo de primaria.

Este tipo de actividades tienen un carácter más afectivo, que despierta la sensibilidad, por tanto desde la escuela deberían fomentarse éstas, tanto en las aulas como en casa para conseguir el desarrollo integral de los alumnos, introducidos en unas costumbres y unas tradiciones con las que se pueden identificar.

En relación a su puesta en práctica según la edad, los cancioneros deberían introducirse en todos los ciclos, aunque sean más llamativos en el primero de ellos. La razón de ello es que los niños a lo largo de toda la primaria juegan y se divierten, por tanto estas actividades no le pueden parecer infantiles ni aburridas.

Lo importante es introducir a los alumnos en el mundo del Cancionero Infantil, no obligarles a aprender canciones, rimas o adivinanzas, sino crear en ellos la necesidad de conocerlas y querer aprenderlas, para lo cual deberían prestarse siempre voluntarios tanto padres y familiares como el propio docente.

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