¡Hola bloggeros!
Hoy traigo un libro, el cual he tenido la oportunidad de conocer a su autora y conseguir una dedicación.
Me parece muy interesante, ya que este libro te sumerge en un mundo de misterio e intriga del que no se puede salir. Su título Mensaje cifrado le hace homenaje a este mundo. He tenido la oportunidad de conocer a su autora y tengo el libro firmado.
Autora: Marta Zafrilla.
Título: Mensaje cifrado.
Datos editoriales: Madrid, 2007, ediciones SM, 153 páginas.
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Marta Zafrilla es joven. Porque tiene 31 años y porque cree que de mayores buscamos lo mismo que buscábamos con 8 años. Y que quien no lo hace es porque se ha muerto antes de tiempo: <<Si se nos muere el interés por la magia, se nos muere el alma>>, dice muy convencida.
Se acuerda de las tardes que pasaba jugando al parchís, a las cartas y a las damas con su abuelo José María. También recuerda un viejísimo tablero de la oca, con el fondo negro. Probablemente, esas dos cosas, las tardes de juego con su abuelo y ese viejo tablero, surgió la semilla de Mensaje Cifrado. De ahí y de su curiosidad por los enigmas, las cosas ocultas y los misterios. Bueno, y por el cine y por los libros, otra forma de curiosidad muy cercana.
Aunque Marta confiesa que no sabe muy bien dónde surge un libro, o cómo nace y se va desarrollando en su imaginación. Pero probablemente es que no hace falta saberlo, solo dejar que fluya en el papel.
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¿Qué pensarías si tu abuelo, tu confidente, tu compañero de juegos, te dejara en herencia su viejo tablero de la oca? ¿Y si junto a él encontrases un sobre con un enigmático mensaje? Santiago se verá empujado a desvelar un secreto que no está muy seguro de querer saber.
Aquí os dejo un fragmento del libro:
Y ambos comenzamos a reírnos como idiotas. Yo no apartaba mis ojos de la risa de Ernesto. Aunque de vez en cuando me queje de sus barbaridades, la verdad es que no cambiaría su amistad por casi ninguna otra cosa en este mundo.
- ¿Entiendes lo que te estoy queriendo decir? No éramos solo abuelo y nieto; éramos colegas. Todos los días jugábamos a la oca, y hablábamos sin parar.
- Ya, entiendo. Que os lo contabais todo...
- Ahí es donde voy, precisamente. Yo creía que nos contábamos todo, pero he descubierto que no es así.
[...]
- ¿Y tan raro te parece? Nadie lo cuenta todo.
- Hombre, ya. Me refiero a que hace unos días descubrí algo importante. Un secreto suyo.
- ¿Antes o después de que muriese?
- Después.
- Entiendo. ¿Y cómo te has enterado? ¿Te lo han dicho tus padres?
Pronuncié las palabras casi en susurros, como quien teme que vayan a reírse de él.
- Me lo dijo el propio abuelo. Me dejó una nota.
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